viernes, 28 de septiembre de 2012

LA CAZA DE BRUJAS EN EUROPA: LO QUE SE ESCONDE TRÁS EL MITO





(Artículo publicado en "La Glorieta" revista cultural de Alburquerque)

Se ha creído liberarse ingenuamente del pasado con la ignorancia; y la ignorancia no ha resultado nunca arma de liberación: Sólo el conocimiento libera, porque sólo el conocimiento unifica”.
María Zambrano

La editorial asociativa Traficantes de Sueños ha publicado recientemente “Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, un libro de Silvia Federici sobre el nacimiento traumático del capitalismo occidental. Una revisión profunda de un desarrollo histórico que durante generaciones ha sido narrado exclusivamente como exaltación y propaganda de un femenicidio premeditado y global. Una postura que en la historia oficial no ha cambiado sustancialmente con el tiempo.
El desarrollo a partir del siglo XV del régimen de explotación capitalista se sustenta en tres pilares fundamentales. La colonización esclavista de América, la proletarización del campesinado europeo y la caza de brujas.
En toda Europa se desarrolla el despojo brutal de los bienes comunes que habían permitido la superviviencia rural. El objetivo de las nuevas élites burguesas es desarraigar de la tierra a gran parte de la población y conducirla hacía los núcleos urbanos en los que servirán de mano de obra para el desarrollo capitalista. Este proceso se produce a sangre y fuego, frente a la resistencia colectiva. Gran parte de la población europea se ve abocada a vivir en las ciudades de la época. Focos de pestilencia y enfermedades, hacinados como reses en sucias calles rodeadas de más sucias calles. Empobrecidos y hambrientos. Mendigando peonadas en los talleres de los amos del futuro. Desarraigados.
En este contexto se produce la caza de brujas. Las motivaciones mágico religiosas sustentadas por la propaganda burguesa no son sino una más de las grandes mentiras de la historia. El sistema ideológico y religioso se adapta a las necesidades materiales del nuevo sistema social. Pero, ¿Cual es la motivación real que llevó a la muerte a decenas de miles de mujeres a lo largo y ancho de todo el continente?
La reproducción de la mano de obra. Ese es el centro del problema. El nuevo régimen económico necesita reproducir la mano de obra de la misma forma que cualquier otro producto. Necesita que las mujeres asuman su papel de reproductoras y que lo adopten como función no solo esencial, sino única. Para ello cuentan con la fuerza y con la religión. Y se aplican en la persecución de la heterogeneidad, de la resistencia. Invierten todas sus energías en la creación del modelo de mujer reproductora que aún hoy siguen diciendo que tiene que dedicarse a cuidar de su casa, su prole y de su marido. Y para hacerlo destruyen, torturan, asesinan, violan.
La mujer deja de tener entidad propia para transformarse en un producto. En máquinas de reproducción. Nos dice Silvia Federici: “Las mujeres no hubieran podido ser totalmente devaluadas como trabajadoras, privadas de toda autonomía con respecto a los hombres, de no haber sido sometidas a un intenso proceso de degradación social; y efectivamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, las mujeres perdieron terreno en todas las áreas de la vida social”.
Esta es la historia que no nos enseñan. A la que hay que asomarse a hurtadillas. Las raíces del régimen económico en el que vivimos. Despojo y crimen a lo largo de generaciones. Segregación de la mitad de la humanidad por brutales intereses económicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario