(Artículo publicado en "La Glorieta" revista cultural de Alburquerque)
“Se
ha creído liberarse ingenuamente del pasado con la ignorancia; y la
ignorancia no ha resultado nunca arma de liberación: Sólo el
conocimiento libera, porque sólo el conocimiento unifica”.
María
Zambrano
La
editorial asociativa Traficantes de Sueños ha publicado
recientemente “Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación
originaria”, un libro de Silvia Federici sobre el nacimiento
traumático del capitalismo occidental. Una revisión profunda de un
desarrollo histórico que durante generaciones ha sido narrado
exclusivamente como exaltación y propaganda de un femenicidio
premeditado y global. Una postura que en la historia oficial no ha
cambiado sustancialmente con el tiempo.
El
desarrollo a partir del siglo XV del régimen de explotación
capitalista se sustenta en tres pilares fundamentales. La
colonización esclavista de América, la proletarización del
campesinado europeo y la caza de brujas.
En
toda Europa se desarrolla el despojo brutal de los bienes comunes que
habían permitido la superviviencia rural. El objetivo de las nuevas
élites burguesas es desarraigar de la tierra a gran parte de la
población y conducirla hacía los núcleos urbanos en los que
servirán de mano de obra para el desarrollo capitalista. Este
proceso se produce a sangre y fuego, frente a la resistencia
colectiva. Gran parte de la población europea se ve abocada a vivir
en las ciudades de la época. Focos de pestilencia y enfermedades,
hacinados como reses en sucias calles rodeadas de más sucias calles.
Empobrecidos y hambrientos. Mendigando peonadas en los talleres de
los amos del futuro. Desarraigados.
En
este contexto se produce la caza de brujas. Las motivaciones mágico
religiosas sustentadas por la propaganda burguesa no son sino una más
de las grandes mentiras de la historia. El sistema ideológico y
religioso se adapta a las necesidades materiales del nuevo sistema
social. Pero, ¿Cual es la motivación real que llevó a la muerte a
decenas de miles de mujeres a lo largo y ancho de todo el continente?
La
reproducción de la mano de obra. Ese es el centro del problema. El
nuevo régimen económico necesita reproducir la mano de obra de la
misma forma que cualquier otro producto. Necesita que las mujeres
asuman su papel de reproductoras y que lo adopten como función no
solo esencial, sino única. Para ello cuentan con la fuerza y con la
religión. Y se aplican en la persecución de la heterogeneidad, de
la resistencia. Invierten todas sus energías en la creación del
modelo de mujer reproductora que aún hoy siguen diciendo que tiene
que dedicarse a cuidar de su casa, su prole y de su marido. Y para
hacerlo destruyen, torturan, asesinan, violan.
La
mujer deja de tener entidad propia para transformarse en un producto.
En máquinas de reproducción. Nos dice Silvia Federici: “Las
mujeres no hubieran podido ser totalmente devaluadas como
trabajadoras, privadas de toda autonomía con respecto a los hombres,
de no haber sido sometidas a un intenso proceso de degradación
social; y efectivamente, a lo largo de los siglos XVI y XVII, las
mujeres perdieron terreno en todas las áreas de la vida social”.
Esta
es la historia que no nos enseñan. A la que hay que asomarse a
hurtadillas. Las raíces del régimen económico en el que vivimos.
Despojo y crimen a lo largo de generaciones. Segregación de la mitad
de la humanidad por brutales intereses económicos.